quarta-feira, 30 de julho de 2008

Bayreuth 2008 – III - Parsifal vs Os Mestres Cantores de Nuremberga ossia Harheim vs Katharina Wagner ossia O Belo e a Monstra



A música wagneriana é absolutamente divina, grandiosa, eloquente e mística. Poderá ser bem ou mal interpretada, melhor ou pior encenada...

Bayreuth 2008 tem revelado uma interessante particularidade: a controvérsia não se centra na prestação dos intérpretes, mas antes nas encenações! E por que não ?!

Embora a edição corrente do festival de A Colina Verde conte ainda com escassos dias, são as propostas cénicas da ambiciosa e incompetente Katharina Wagner (Os Mestres Cantores de Nuremberga) e do agraciado Herheim (Parsifal) que têm feito notícia.

À semelhança da edição passada - vide aqui e aqui - , a encenação de Katarina foi apupada, sem clemência. Já a nova produção de Parsifal é alvo de constantes elogios.

A respeito do Parsifal de Harheim, eis o que nos diz o The New York Times:

«The production is about change, as a matter of fact. Stefan Herheim, the 38-year-old Norwegian director, liberates this Christian saga about purification from its nasty associations with anti-Semitism and remakes it into a metaphor for modern Germany. This is not in itself a new tack for a country that for decades has been wrestling on opera stages with its history, but simultaneously Mr. Herheim has reconceived “Parsifal” as an allegory for Bayreuth itself.

The opera unfolds at Wahnfried, Wagner’s home there, with the prompter’s box turned into the composer’s grave and site of the Holy Grail. A bed, placed center stage, where Parsifal’s mother dies and Kundry fails to seduce our boyish hero, is the locus of more comings and goings than a bedroom in a French farce, and it’s the obvious symbol of birth and death. Gone are the long Wagnerian stretches of inaction. Sets and singers are in constant motion.

Scenes of Wilhelminian Germany vanish before filmed backdrops of World War I, then yield to orgies of Weimar decadence, with Flower Maidens cast as copulating showgirls, nursing convalescing troops of Grail knights. The evil Klingsor wears fishnet stockings and high heels; Parsifal, a child’s sailor suit. You have to admire the singers’ sang-froid.

Most startling was to hear straight-faced, seasoned Bayreuth fans during intermission express surprise at the sight of Wehrmacht soldiers and Nazi banners during Act II, recalling old days at the festival. It all seemed so inevitable. Postwar ruin, gorgeously imagined, then morphs in the finale into the Bundestag in Bonn, with torpid knights as politicians, and Wagner’s death mask, projected, floating in a ghostly ether.

By this point, it’s hardly worth troubling yourself to parse how, precisely, Parsifal — having gone on his quest of sacrifice and knowledge, to return weathered and wise and save the day — serves the metaphor of a newly reunited German democracy and a refreshed Bayreuth. Redemption, suffice it to say, rewards those who, having squandered glory to false idols, face squarely the past. A large mirror turns toward the audience, implying our own obligations to history. Or some such.

Mr. Herheim’s production, with dreamlike sets by Heike Scheele, arrives after a pilloried “Parsifal” by the provocateur Christoph Schlingensief, and after many years before that of modernist performances that skirted the opera’s less tasteful narratives. The new version clearly signals deliverance from all that, its solipsism well suited to Bayreuth’s insular culture.

In the end, it is moving. Directors get away with half-baked ingenuities because opera plots already require suspended judgment — and because of the music.»


(cena de Parsifal, Bayreuth 2008)

Quanto ao logro de Os Mestres Cantores de Nuremberga, o El Pais resume do seguinte modo a proposta de Katharina Wagner:

«El trabajo de la última de los Wagner está salpicado de hallazgos, pero no tiene continuidad y su narrativa es confusa. Luego está el peso de la historia. Los maestros cantores era la ópera preferida de Hitler, por su reivindicación de un nacionalismo alemán.

Ello influye en la directora que se plantea un ajuste de cuentas no sólo con los valores tradicionales e idealizados del pueblo alemán, sino que pone en tela de juicio el arte sagrado alemán, ridiculizando -con gracia- a celebridades de la cultura, desde Goethe, Schiller, Durero, Bach, Beethoven o Lessing hasta el mismísimo Wagner. En el proceso de poner todo patas arriba hay una inversión de valores - sustentado en la propia música según Katharina- de los personajes principales, de tal manera que los modélicos Sachs y Walter no superan éticamente al en otras ocasiones mezquino Beckmesser.

Todo este conglomerado hay que llevarlo adelante con mucho rigor para ser creíble y Katharina, bien por la presión, bien por su falta de experiencia tiene momentos de ingenuidad y hasta torpeza que afectan sustancialmente al conjunto. Todo ello sin negar su audacia y su inventiva.»

A caminho de Bayreuth!





Para a presente edição do Festival de Bayreuth, o casal Dissoluto Punito investiu numa indumentária mais outonal, conforme aos ares frescos de A Colina Verde! Afim de evitar incómodos, optámos por disfarces singelos, que realçam a nossa graciosidade, sempre na linha da discrição que nos caracteriza.



(fotos de cima: Herr Dissoluto Punito e Dame Dissoluta Punita, na première de Parsifal;
fotos de baixo: o esplendoroso casal, trajado a rigor, na reprise de Tristan und Isolde)

segunda-feira, 28 de julho de 2008

Bayreuth 2008 - II - Parsifal ossia o triunfo de Herheim



E a 25 de Julho, Parsifal inaugurou as festividades, ao que parece, com glamour, numa nova produção de Stefan Herheim:

«Wolfgang Wagner, nieto del compositor, 89 años a finales de agosto, 57 al frente del Festival de Bayreuth, se puede retirar tranquilo. La última nueva producción de su reinado está tocada por el sello de la genialidad.

(...)

Complejidad no le falta a su enfoque de Parsifal, pues, a través de la ópera, se cuenta la historia de Alemania, la del propio Wagner y la del teatro de Bayreuth, en una pirueta colosal que desde las escenografías originales del estreno llega a integrar en escena, a través de la tecnología, al público que asiste a la representación actual en una magistral esfera de reconciliación.

Todo ello se puede hacer si la realización teatral es extraordinaria, y en este caso lo es. Más aún, hay una profunda identificación con la dirección musical de Daniele Gatti y también con la acústica vertical de un teatro como el de Bayreuth. Las referencias visuales a la parte posterior de la casa de Wahnfried son constantes. Incluso hay una asociación de la tumba de Wagner con la cama de Amfortas. Simultáneamente, en el primer plano del escenario se hacen alusiones a la construcción del teatro, y en el tercer acto, unas columnas de la sala ya se reproducen en escena en un juego dentro del propio teatro desde una perspectiva arquitectónica.



Los tiempos de la vida privada se funden y la imagen de inocencia de Parsifal se remite a la infancia jugando con un caballito vestido de marinero, ropa que conserva en el primer acto e incluso en el segundo, con la visita al castillo encantado de Klingsor, donde el sentido del humor es evidente en la escena de las muchachas-flor y en las referencias a Marlene Dietrich, evolución en azul de los ángeles negros del primer acto. La fantasía convive con el psicoanálisis, la ingenuidad con el fatalismo histórico, los recuerdos con el camino hacia la madurez de conciencia. Pero la esperanza siempre está en primer plano y la utopía de un mundo mejor se vislumbra. Wagner es redimido desde el teatro. Redención al redentor.

La referencia al Wagner de posguerra, en el verano de 1951, con las puestas en escena abstractas y apolíticas de Wieland Wagner es genial por lo que supone de antecedente necesario, y también porque hay un puente tendido con esta realización de Herheim. Sin embargo, ahora la Historia se asume y los militares entran al final del primer acto, en el que es necesaria la presencia simbólica del Graal para mantener la fe espiritual, y las esvásticas se despliegan al final del segundo con un minidesfile sobrio y medido teatralmente de los nazis, y las huellas de la destrucción llenan un tercer acto poético que concluye con Parsifal transmitiendo su mensaje de paz a un Parlamento enfrentado, la familia del futuro con un niño al lado de Gurnemanz y Kundry, y los espectadores de la sala reflejados en el escenario como cómplices imprescindibles de un mundo nuevo.

Christopher Ventris, Mihoko Fujimura, Detlef Roth, Kwangchul Youn y Thomas Jesatko encabezaron un reparto coherente, que fue aplaudido en su totalidad. Sensacional el coro y excelente la orquesta a las órdenes de Gatti, debutante en la plaza. Se preveía bronca para el equipo escénico, pues ya había habido algún amago por algunos que no respetaron el silencio tradicional después del primer acto, y por un espectador al que le dio un ataque de abucheo con la breve aparición de las esvásticas. Pero la gran mayoría del público captó que se encontraba ante un momento excepcional, y obsequió a Herheim y los suyos con grandes aclamaciones. Es sin empacho la más inteligente e imaginativa dirección de escena que ha visto nunca en Bayreuth. Bayreuth ha apostado por el talento. Que sea para largo.»


Bayreuth 2008 - I - A Peregrinação





A edição 2008 do Festival Wagneriano teve início, com Parsifal, a 25 de Julho.
Em antevisão, o El Pais publica um artigo que resume a história do festival da colina verde:

«El Festival de Bayreuth se ajusta como un guante a las exigencias básicas que, según Steiner, debería cumplir un festival de música y teatro. Según el influyente filósofo, los festivales deben situarse en el terreno de la excepcionalidad, y a ellos se debe ir a ver o escuchar preferentemente aquello que no es posible ver o escuchar en los lugares donde se vive habitualmente.

La excepcionalidad de Bayreuth (Alemania) está desde luego garantizada. Tiene un teatro único en el mundo pensado o soñado por Richard Wagner para representar sus obras, en particular Parsifal, que se estrenó allí en 1882, y El anillo del nibelungo con cuyo ciclo completo, en un prólogo y tres jornadas, se inauguró en 1876 el singular edificio de acústica en cierto modo vertical, sin foso orquestal a la vista del espectador y con patio de butacas en forma de anfiteatro.

(...) Es imposible desligarse de la historia en una visita a Bayreuth. De la Historia de la Música y de la historia de la familia Wagner.

Entre otras razones, porque la familia Wagner ha regido siempre -y aún continúa haciéndolo- los destinos del festival. El propio compositor se encargó de las ediciones de 1876 y 1882. Su mujer Cósima tomó las riendas en 13 temporadas entre 1886 y 1906, periodo en el que se estrenaron Tristán e Isolda, Los maestros cantores de Núremberg y las tres óperas románticas: Tannhäuser, Lohengrin y El holandés errante. Su hijo Siegfried se hizo cargo del festival en 10 ocasiones entre 1908 y 1930 y Winifred Wagner, que en cierto modo politizó el festival por su amistad con Hitler, dirigió durante 1931, 1933, 1934 y el periodo 1936-44. Después llegarían, a partir de 1951, con el nuevo Bayreuth los años de normalización democrática, o de desnazificación si se quiere. Fue el momento de los nietos Wieland y Wolfgang al frente de la nave. Juntos hasta que falleció el primero en 1966 y, en solitario, Wolfgang desde 1967.

El pequeño de los nietos, Wolfgang, que cumplirá 89 años a finales de agosto, lleva, pues, 58 años reinando en la verde colina. Esta edición es la de su despedida. Pero la familia, si no pasan cosas imprevisibles, va a continuar al frente, con sus dos hijas de matrimonios diferentes. Katharina, de 30 años, directora de escena, es la que parece cortar el bacalao. Eva, de algo más de 60 años, aporta su experiencia musical, ligada a festivales como el de Aix-en-Provence. Katharina piropea en público ahora, con diminutivos cariñosos, a su hermanastra. Eva no se ha dejado ver por Bayreuth todavía este año.

La Fundación Richard Wagner, cuya existencia se remonta a 1973, parece que ve con buenos ojos esta solución. Es la que aporta los fondos económicos necesarios para la supervivencia. De lo que se trata es de salvaguardar la herencia artística de Wagner. Faltaría más.

La edición de Bayreuth 2008 tiene, pues, un significado especial. Es la del recambio. Circula una foto con un beso de Katharina a su padre que en los círculos wagnerianos ya se ha bautizado como el beso de Kundry, en referencia al personaje de Parsifal.

El incondicional, respetuoso y culto público de Bayreuth está aceptando bien en general las novedades. En el caso de Herheim y Marthaler, porque capta que se trata de aportaciones fundamentadas, aunque no siempre las comparta. En el caso de El anillo del nibelungo, porque dirige el nuevo dios musical wagneriano, Christian Thielemann. Sabe que la dirección escénica de un patriarca teatral como Tankred Dorst es de circunstancias por su inexperiencia operística. La intención original era Lars von Trier, pero el cineasta, en un gesto que le honra, confesó después de casi dos años de preparación, que no se sentía capaz de sacar adelante la aventura que le habían propuesto.

¿Qué ambiente respira en Bayreuth el espectador? ¿Es un festival de precios prohibitivos? ¿Existe una atmósfera decadente y lujosa, con la correspondiente dosis de glamour en vena? Hay mucha leyenda y muchos equívocos en estos temas. De entrada, al Festival de Bayreuth no acceden los que no aman la música de Wagner. Es una cita de militantes, de peregrinos. Una manifestación casi religiosa, con la música de Wagner como objeto de adoración.

Las representaciones son a las 16.00, los bancos son corridos, sin reposabrazos, el calor es asfixiante y si a alguien le da un mareo tiene que esperar a que termine el acto para salir pues las puertas están escrupulosamente cerradas con la sensación de claustrofobia que eso produce en algunos. En el otro platillo de la balanza la acústica es excepcional, el nivel artístico de coro y orquesta, admirable; y el público vive las representaciones con un silencio y una concentración ejemplares. No sale de estampida al terminar aunque lleve seis o siete horas de santificación wagneriana dentro. Aplaude, grita y patea el suelo de madera con fervor (el pateo es la máxima manifestación de aprobación) o, por el contrario, aúlla y abuchea con todas sus fuerzas si algo no le agrada. Todo está permitido menos la indiferencia. Las farmacias de la ciudad tienen nombres evocadores: Tannhäuser o Parsifal, por si alguien necesita un calmante para las emociones vividas.

Una inauguración como la de Bayreuth convoca a centenares de medios de comunicación y de curiosos que suben a la colina a ver quién viene. En este sentido únicamente la apertura de la temporada de la Scala de Milán se le puede comparar. Quizás ni siquiera Salzburgo, aunque la ciudad de Mozart tiene más glamour. En el atuendo se notan diferencias los últimos años. Antes era más tradicional y ahora es más de diseño. De trajes tradicionales ya no vienen ni las japonesas que, por cierto, en lo que va de año están siendo las más elegantes. En el lado masculino se ha relajado también la indumentaria y los trajes están ganado terreno a pasos agigantados al esmoquin. Las entradas no son caras (de 13 a 159 euros), el problema es cómo conseguirlas, con listas de espera de hasta siete años si uno no busca recetas ocultas, que las hay aunque el que las conoce no suelta prenda. La reventa prácticamente no existe, el que tiene una entrada no la suelta por nada. La ortodoxia wagneriana se sigue reuniendo en el restaurante Eule para comentar las jugadas más interesantes de las representaciones. Pero a Bayreuth no se va a comer, sino a purificarse con la música de Wagner. Sus óperas aquí son como unos ejercicios espirituales de la modernidad. El Festival de Bayreuth pasa página con la retirada del nietísimo Wolfgang Wagner, pero la fascinación de la música de Richard Wagner se mantiene con la misma intensidad de siempre.»

quinta-feira, 24 de julho de 2008

Heterodoxias e Ecletismos

Um leitor, num comentário a um dos posts dedicados a Madeleine Peyroux, sublinhou o carácter eminentemente heterodoxo e eclético deste blog(ger). É verdade, sim senhor!

Não sei se, ultimamente, a heterodoxia não poderá ser interpretada como uma degenerescência – degradação ou decadência – do (meu) gosto.

A verdade é que, de há um ano a esta parte, Bergman e Visconti, a par de Peyroux, Nina Simone e Amy Winehouse, têm vindo, progressivamente, a conquistar um espaço crescente nesta alma dissoluta! Se semelhantes interesses traem e destronam o amor primário – a ópera, leia-se! -, não sei, nem me interessa!

Já que a heterodoxia e ecletismo crescem a olhos vistos, aqui vão mais duas paixões recentes: Simone & Winehouse:


Teatro Nacional de São Carlos - 2008 / 2009

Amavelmente, um leitor alertou-me para a publicação on-line da próxima temporada lírica (e sinfóniaca) do Tearo Nacional de São Carlos.

Por ora, embora a custo, não me pronunciarei...

Bergman para principiantes...

...ao preço da chuva!



Uma caixa com o primo Bergman, ossia Porto de Abrigo (1948), Sede de Paixão (1949), Rumo à Felicidade (1950) e Um Verão de Amor (1951)!

segunda-feira, 21 de julho de 2008

Bayreuth' 2008 - 4



Bayreuth inicia a sua habitual epopeia dentro de quatro dias, a 25 de Julho, com Parsifal.

Em tempo de pré-efeméride, as notícias do Festival são (ainda) da ordem do fait-divers:

«Desde hace 132 años el festival de Bayreuth, fundado por Richard Wagner, consagra unos días del verano a la obra de ese músico alemán. Este año, por primera vez en su historia, uno de los montajes operísticos contará con la actuación de un especialista cinematográfico.

Matthias Schendel, 31 años, es un reputado doble que ha trabajado en películas como V de Vendetta y Valkyrie (el nuevo filme de Tom Cruise). Deberá saltar desde seis metros de altura (distancia equivalente a la fachada de un edificio) en el montaje de Parsifal, que se estrena el próximo día 25.

"Estoy orgulloso y me siento honrado por participar", declara el especialista al Aachener Zeitung. No es el salto en el vacío lo que le preocupa: "Por suerte no tengo que cantar", señala.»

Já que o acessório constitui o essencial da notícia, eis a iconografia de Bayreuth para a compacta saison estival:


(Parsifal)


(Tristan und Isolde)


(Die Meistersinger von Nürnberg)


(Das Rheingold)


(Die Walküre)


(Siegfried)


(Götterdämmerung)


Estranho este simbolismo, não?
Tanto quanto sei, a relação entre símbolo e objecto simbolizado deve ser óbvia.
Ora, no respeitante à lírica de Wagner - que considero conhecer bem - a relação de símbolos proposta, na maioria dos casos, de óbvia e / ou lógica, nada tem... pelo menos, para a minha prosaica e singela cabeça!

Pergunto-me, fiel e paciente leitor, se o dedo da controversa e iconoclasta Katharina Wagner não terá estado na génese de tão improvável simbólica?!

domingo, 20 de julho de 2008

Cenas da Vida Conjugal



A criança faz uma longa sesta – abençoada... criança e sesta - e a mulher passa pelas brasas. Eu, tranquilamente, ponho a correspondência em dia e escuto Peyroux, enquanto navego pela virtualidade.

Pausa.

Retomo o visionamento de Cenas da Vida Conjugal, que iniciara ontem.
Deleito-me com este meu novo amor, capaz de me surpreender a cada instante.
Não virei gay, mas o que Bergman que faz sentir é, em absoluto, paixão!

Aquisições recentes!!


(Fanny e Alexandre, de I. Bergman)


(Tristão e Isolda, de R. Wagner)

sábado, 19 de julho de 2008

Erwin Schrott


(DECCA 478 0473 4)

Muitas serão as virtudes de Erwin Schrott, (relativamente) jovem baixo-barítono uruguaio, que viu a luz, pela primeira vez, algures no ano de 1972 – um ano após o nascimento deste vosso escriba.

Há um par de anos, em Florença, vi-o numa dispensável récita de I Lombardi, com Theodossiou e Ramon Vargas nos papeis titulares. Schrott, à época, deu que falar, pela envergadura da sua interpretação. Em récita de cegos...

A voz é robusta e expressiva, o físico cuidado. Nos tempos que correm, também os homens se querem belos e bem tratados. Schrott sabe-o bem: interpretar o protagonista de Don Giovanni não é para qualquer um!

Desde os anos 1950 que os intérpretes respeitam tal exigência. Com algumas excepções, todos os grandes Don’s do pós-guerra tinham boa figura. Neste capítulo, G. London e R. Raiomondi são a indesmentível excepção! Siepi, Ghiaurov, Wächter, Allen, Hampson, Keenlyside, e o próprio Terfel, quando quer, brilhavam, para além dos dotes líricos, teatrais e expressivos.

Pois bem, no que me diz respeito, invejo o barítono uruguaio, acima de tudo, por ter sido o eleito do coração de Netrebko, cuja beleza apenas é ofuscada pelo talento – cénico, não discográfico, sublinho!

A sua união a Anna Netrebko será um fait divers. Pessoalmente, intuo uma bela ligação, extensível às artes performativas.

Vem esta prosa a respeito do primeiro registo a solo de Erwin Schrott, que estará à venda brevemente. Os mais ansiosos poderão adquiri-lo on-line, por exemplo via iTunes.

Entretanto, poderão ser escutados excertos (promissores...) do registo, na página pessoal do intérprete.


(Schrott na pele de Don Giovanni, da ópera homónima)

sexta-feira, 18 de julho de 2008

Tristan und Isolde ao cubo (3)

Três são os Tristan und Isolde recentemente editados em dvd que este escriba deseja adquirir:



Enquanto Mattila mantém uma aura de mistério em torno da sua putativa Isolda - pessoalmente, disse-me que a interpretação da rainha dos papéis wagnerianos não passava de um projecto (e já lá vão 9 anos...) - e o Tristão de Heppner teima em me escapar, Dissoluto Punito consola-se com dois outros monumentos indispensáveis d'A Ópera wagneriana:



Entrementes, esta interpretação teima em não sair da lista de espera, aguardando a minha disponibilidade:



Em boa verdade, se o leitor aceitar um conselho... inicie-se com esta leitura! Em dvd, até à data, é inultrapassável!

quinta-feira, 17 de julho de 2008

Da música clássica contemporânea... (II)

Em contra-ataque à opinião de Joe Queenan, a respeito da música clássica contemporânea, eis a resposta ferverosa de John Berry, director artístico da English National Opera:

«(...) Reaching out to wider audiences requires an innovative approach: it means pricing an event appropriately, and occasionally engaging artists from the multidisciplinary arts in order to create a "must-see" event. The recent ENO/Young Vic season was radical in its choice of material, including Olga Neuwirth's Lost Highway, and it sold out to a mainly new, young, enthusiastic audience. ENO's collaboration with Philip Glass and the Improbable theatre group on Satyagraha, at the Coliseum last year, attracted more than 21,000 people, including 78% first-time visitors. It recently finished a sell-out run at the Metropolitan Opera in New York.

Luckily, there are organisations in the UK that are prepared to take risks, confident that an audience exists with an appetite for something new. Artangel's Stifter's Dinge, an inspired work by Heiner Goebbels that featured five grand pianos gliding over a lagoon, was a hot ticket earlier this year. Meanwhile, Glyndebourne's new opera, Love and Other Demons, by the Hungarian composer Peter Eötvös, receives its world premiere this summer.

I believe the contemporary music audience is far bigger than the popular perception of it. These audiences are more intelligent than writers like Queenan would have us believe, and they insist on expressing themselves through blogs and other means on the internet (...)


I don't believe people go to hear contemporary work because they feel under some kind of intellectual pressure to do so, and I don't accept that a single bad experience alienates them for ever. Sadly for Joe Queenan, he appears to have missed out on some of the big - and hugely popular - contemporary music events in London in recent years. John Adams' Nixon in China at ENO attracted a very large audience, both at its London premiere and in a subsequent revival. The UK premiere of John Adams' Doctor Atomic, directed by the award-winning film director Penny Woolcock, will be staged by ENO in February 2009, and I am confident the Nixon audience will come back for more.

A great director and designer working in tandem with a composer, and a libretto that connects with today's audience, can result in something thrilling. There are many composers now emerging from a multimedia-savvy generation who are crossing genres and bringing together new languages of composition. We need to give these artists space to create new work, and find ways to fund and develop new compositions. Most importantly, we need to have faith in our audience, and give contemporary music a chance.»

Fedra, de Ildebrando Pizzetti

A ópera Fedra, de Pizzetti, estreou-se ontem, em versão de concerto, no âmbito do Le Festival de Radio France et Montpellier Languedoc-Roussillon, que decorre de 14 a 31 de Julho.

Segundo reza a crítica, a première foi um regalo:

«En attendant La Esmeralda (1836) de Louise Bertin, sur un livret de Victor Hugo (23 juillet), et la création de Salustia, de Pergolèse, mis en scène par Jean-Paul Scarpitta (les 27 et 28 juillet), l'Opéra Berlioz de Montpellier présentait, mercredi 16 juillet, en première mondiale, une version de concert de la Fedra du compositeur italien Ildebrando Pizzetti (1880-1968). Un opéra en trois actes sur un livret de Gabriele d'Annunzio (1863-1938) inspiré d'Euripide, du drame adultérin qui voit Phèdre, l'épouse de Thésée, se perdre pour l'amour de son beau-fils Hyppolite, dont elle cause la mort.

On passera sur la prose symboliste friande de préciosités et riche d'images de d'Annunzio, principal représentant du décadentisme italien pour s'attacher à la musique de Pizzetti et à sa "latinité musicale". Entendez : le compositeur est anti-wagnérien et anti-debussyste, mais il en pince pour la Salomé, de Richard Strauss et le Puccini de Madame Butterfly.

Pizzetti, qui signera en 1925 le Manifeste des intellectuels fascistes, en appelle certes à la guerre et au sang. Mais cette sauvagerie transcendée par les interprètes de haut niveau (remarquable Hasmik Papian dans le rôle-titre) nous vaudra de beaux moments pizzettiens, comme la magnifique déploration a cappella sur la mort néo-madrigaliste d'Hyppolite au début du troisième acte

Recorro às palavras de Catherine Michaud, que enquadram esta criação lírica:

«(...) Fedra révèle un Pizzetti fasciné par le classicisme antique et le monde hellénique, attiré par la musicalité des vers de d’Annunzio et uniquement préoccupé de personnages au caractère exalté. Son héroïne, mène le drame par ses pulsions instinctives, ses gestes irrationnels, sa fascination pour la mort qui lui apporte l’illusion de sa victoire, sa rébellion contre les dieux.

Le traitement musical de Fedra, répond à l’intention de Pizzetti de créer un nouveau drame italien hors des partis pris et des excès germaniques ou véristes. Il voudrait plutôt retenir la leçon de sobriété des Académies florentines de la Renaissance. Le chant reste syllabique et déclamé, dans le registre central des voix et calqué sur le rythme des vers du poète. L’orchestre soutient le drame, alors que le compositeur l’a doté d’une musique sobre, âpre et retenue. L’emploi de la modalité ancienne induit un archaïsme sonore qui élimine les couleurs voyantes. La densité symphonique née d’un tissu mélodique très serré, se passe volontiers du chant des sirènes impressionnistes. Au contraire, cette trame compacte, qui se situe cependant dans la continuité de la musique des mots, échappe à l’actualité du drame. Elle l’ancre dans le passé, ou l’inscrit dans le futur. Le chœur, quant à lui fait partie intégrante du drame en incarnant des groupes de personnages. Quand il devient étranger à l’action, comme dans la tragédie antique il la commente.
L’œuvre particulièrement éloquente et poignante, suscite beaucoup d’émotion alors même qu’elle se termine dans le calme, pour accompagner Phèdre dans la mort.»

segunda-feira, 14 de julho de 2008

Madeleine Peyroux no Cool Jazz Festival

Antes que esgotassem, lancei-me com unhas e dentes aos (ainda disponíveis) bilhetes para a fabulosa Madeleine Peyroux, que actua na próxima quinta-feira, dia 17 de Julho, nos Jardins do Convento, em Mafra, no âmbito do Cool Jazz Festival!

A Psicanálise contra-ataca!

Em França, em 2005, O Livro Negro da Psicanálise procurou - mais do que questionar - destruir o mais sólido e antigo instrumento psicoterapêutico, queira-se ou não.

Sempre me habituei a ver neste tipo de ataques a força do discurso psicanalítico: o ódio - o mor das vezes envolto numa passionalidade sem limites - oculta fascínio!

A psicanálise, caro leitor, não é para todos! Não é, nem panaceia, nem dogma, antes procura questionar, subverter - no melhor dos sentidos -, e proporcionar transformação psíquica, que tem de ser objectivável!

A psicanálise será para a burguesia afortunada, sem dúvida, mas para aquela que privilegia o pensamento, a palavra e o simbólico!

Quanto à mais absurda das críticas que se lhe dirige - "a falta de objectividade" -, cabe-me recordar que a psicanálise trata de sujeitos, da subjectividade de cada um de nós!
Quem procura objectividade, que se coloque noutra linha! E mais não digo.


Posto isto, a verdade é que um grupo de afortunados pela ciência freudiana, em resposta ao catastrofismo de O Livro Negro da Psicanálise, procurou dar um testemunho positivo e sincero sobre as virtudes terapêuticas e transformativas da psicanálise:

«El psicoanálisis, la gran creación de Sigmund Freud, puso patas arriba el mundo, cambió la manera de ver las relaciones entre hombres y mujeres, puso en órbita la importancia del sexo y señaló que existía, en nuestro interior, un inmenso continente desconocido (el inconsciente).

(...)

El año 2005 se publicó en Francia El libro negro del psicoanálisis, donde más de cuarenta especialistas se aplicaban a fondo para cargarse a Freud y sus teorías y prácticas, y todo lo que vino después. Un año después, otro libro se propuso contestar lo que allí se decía: en La regla de juego. Testimonios de encuentros con el psicoanálisis (Gredos), Bernard-Henri Lévy y Jacques-Alain Miller han reunido los comentarios de artistas, escritores, psicoanalistas e intelectuales sobre su relación, teórica y práctica, con esa disciplina. ¿Cómo entraron en esa historia y cómo les fue allí? La edición que acaba de aparecer aquí ha incorporado diferentes aportaciones procedentes de España y Argentina.»

domingo, 13 de julho de 2008

Flórez Graciosas (?)



O título do registo... não é dos mais felizes, temendo-se o pior.
O repertório - belcanto italiano puro e duro - é fascinante, pelo brilho que encerra e disciplina que demanda.
O tenor é brilhante, luminoso e cheio de graça.

É bem verdade que o registo ainda não me chegou às mãos, mas não hesitarei um segundo em adquiri-lo, logo que possa!

Em antevisão, aqui vai uma crítica inglesa:

«Bel Canto Spectacular: Arias and duets by Rossini, Bellini and Donizetti Juan Diego Flórez (tenor), Orquestra de la Comunitat Valenciana, cond Daniel Oren Decca 478 0315, £11.99

The world's most sought-after "tenore di grazia" bounds in with his trademark pizzazz in his party-piece aria from Donizetti's La figlia del reggimento, capped by volleys of exuberantly pinging top Cs. We get another Flórez calling-card in a sweetly voiced "Una furtiva lagrima". Elsewhere this recital, true to its billing, becomes a bel canto celebration for Flórez and friends.
Daniela Barcellona's dark, slightly gusty mezzo hardly makes for an ideal match with the tenor in a scintillating duet from Rossini's Il viaggio a Reims. But Flórez and the darkly flaming Anna Netrebko combine memorably in the love duet from Bellini's I puritani, while Domingo, no less, makes a noble, craggy antagonist in a duet from Rossini's Otello.
On occasion, Flórez can be unduly reluctant to soften his diamond-bright tone. That said, his collaboration with the limpid-voiced Patrizia Ciofi in Linda di Chamounix is a model of graceful, sensitive and - in the ecstatic final climax - viscerally thrilling bel canto singing.
»

sexta-feira, 11 de julho de 2008

Da música clássica contemporânea...

O (corajoso) artigo que cito, em seguida, é evidentemente provocatório, constituindo – queira-se ou não – uma verdadeira pedrada no charco: parte substancial da criação musical clássica, contemporânea, apresenta afinidades mil com o empalamento.

Posto que a criação é, no meu entender, destinada à fruição pelo outro – o objecto – e não um mero exercício narcísico, e dado que argumentos – cliché (como seja: ”O público é estúpido! Há que educá-lo”), por estas bandas, não vingam, em parte – não em tudo, sublinho – tiro o chapéu ao autor destas palavras:

«After 40 years and 1,500 concerts, Joe Queenan is finally ready to say the unsayable: new classical music is absolute torture - and its fans have no reason to be so smug

During a radio interview between acts at the Metropolitan Opera in New York, a famous singer recently said she could not understand why audiences were so reluctant to listen to new music, given that they were more than ready to attend sporting events whose outcome was uncertain. It was a daft analogy. Having spent most of the last century writing music few people were expected to understand, much less enjoy, the high priests of music were now portrayed as innocent victims of the public's lack of imagination. If they don't know in advance whether Nadal or Federer is going to win, but still love Wimbledon, why don't they enjoy it when an enraged percussionist plays a series of brutal, fragmented chords on his electric marimba? What's wrong with them?

(…)

There is no denying that the people filling the great concert halls of the world are conservative, and in many cases reactionary: reluctant to take a flyer on music that wasn't recorded at least once by Toscanini. They know what they like and what they like is Mozart. There is a childish, fairytale quality to their infatuation with the classics: Beethoven's deafness, Chopin's tuberculosis, Brahms' fixation on Clara Schumann. Modern composers, their stories largely unknown, cannot compete with all this romance and drama.

In New York, Philadelphia and Boston, concert-goers have learned to stay awake and applaud politely at compositions by Christopher Rouse and Tan Dun. But they do this only because these works tend to be short and not terribly atonal; because they know this is the last time in their lives they'll have to listen to them; and because the orchestra has signed a contract in blood guaranteeing that if everyone holds their nose and eats their vegetables, they'll be rewarded with a great dollop of Tchaikovsky and Mendelssohn.

(…) I no longer believe that fans of classical music are especially knowledgeable - certainly not in the way jazz fans are. American audiences, even those that fancy themselves quite in the know, roll over and drool like trained seals in the presence of charismatic hacks phoning in yet another performance of the Emperor Concerto. The public likes its warhorses, but it doesn't seem to care how well these warhorses get played. They are particularly susceptible to showboaters like Lang Lang and Izzy Perlman and Nigel Kennedy; they turn out in droves to hear Andrea Bocelli warble his way through the Shmaltzmeister's Songbook. These people may think they care more about music than the kids who listen to hip-hop, but I've been eavesdropping on their conversations for 40 years and the results are not impressive. They know that Clair de Lune is prettier than Für Elise, that Mozart died penniless, and that Schumann went nuts. That's about it.

(…) Last winter, I attended a performance of Luciano Berio's seminal 1968 composition Sinfonia. Two days later, the New York Times reported that the New York Philharmonic gave an "electrifying and sumptuously colourful" reading of this "all-embracing and ingenious" masterpiece. Maybe they did. But the day I heard it, I gazed down from the balcony at a sea of old men snoring, a bunch of irate, middle-aged women fanning themselves with their programmes, and scores of high-school students poised to garrote their teachers in reprisal for 35 minutes of non-stop torture. Sinfonia may be one of the cornerstones of 20th-century music, and the Times critic may have been right in describing the quality of the performance. But he might have noticed that the audience merely tolerated it (…).

(…) It is not the composers' fault that they wrote uncompromising music that was a direct response to the violence and stupidity of the 20th century; but it is not my fault that I would rather listen to Bach. That's my way of responding to the violence and stupidity of the 20th century, and the 21st century as well.

(…)
The debate about what is wrong with the world of classical music has been going on for at least a half a century. (Meanwhile, jazz, lacking the immense state funding to which classical music has access, is literally dying.) Specious arguments dominate the conversation. Why has the public accepted abstract art but not abstract music? (Discordant visual art does not cause visceral pain, discordant music does.) Why does the public accept atonal music in films, but not in the concert hall? (Jaws wouldn't work if the shark's attacks were synchronised with Carmen. We expect sound effects in the movies, but we're not going to pay to hear them in the concert hall.)

(…) Even when the public embraces the new, what it is really looking for is the old. It is hardly surprising that so many composers simply throw in the towel and compose music that will be ignored in their own lifetimes, hoping it will find an audience with posterity.»

segunda-feira, 7 de julho de 2008

Delon ossia Rocco

O canal ARTE exibe, esta noite, um dos mais impressionantes registos neo-realistas de Visconti, Rocco e os seus irmãos, onde Alain Delon triunfa.

Pessoalmente, prefiro o Visconti mais tardio, assumidamente mais aristocrata, longe da linhagem esquerdista, de que me vou distanciando, também eu, com o passar do tempo...

Até à data, Bellissima continua a ser, para mim, O filme neo-realista, par excellence!

Em todo o caso, rever Rocco é, indubitavelmente, uma grande experiência!

«Fuyante chômage et la misère, la famille Parondi quitte l'Italie du Sud pour venir s'installer à Milan. Rocco, qui rêve de repartir, devient boxeur, ses frères se résignent à être ouvriers. Mais la rencontre de Nadia va semer le trouble dans la famille et aboutir à un drame. En 1960, après Senso et Nuits blanches, Visconti semble retrouver les traces du néoréalisme pour filmer la saga mélodramatique d'une famille modeste. Dans un Milan en noir et blanc, Annie Girardot croise Claudia Cardinale ou Renato Salvatori, et surtout un Alain Delon de 25 ans qui venait de tourner Plein Soleil de René Clément.

Depuis deux ans, Visconti avait repéré le jeune acteur, son aura et sa détermination. « Delon a quelque chose qui n'est qu'à lui, outre sa séduction fulgurante », disait-il à l'époque. Il fera donc de cette personnalité un personnage et, plus loin, un acteur respecté. Ceux qui doutaient de son talent en s'arrêtant sur son physique furent obligés de s'incliner. Rocco, prolétaire humilié et obstiné, c'est bien lui qui assume et rayonne tout au long du film pour en devenir la clé de voûte. À tel point que ce grand drame réaliste et bouillonnant va lui ouvrir la voie royale du cinéma. L'année suivante, il retrouve Clément pour Quelle joie de vivre, et découvre les tourments d'Antonioni dans L'Éclipse, avant de poser une deuxième pierre essentielle à l'édifice de sa carrière en devenant le trop séduisant Tancrède du Guépard de Visconti, auprès de Claudia Cardinale et Burt Lancaster. Les jeux étaient faits… Une star était née !»


(Alain Delon em Rocco e os seus irmãos, de Visconti)